DIARIO EL HIERRO, redacción (28/8/2009. 07:45 horas)
A pesar de que ya han pasado más de 200 años desde la última erupción, la isla de El Hierro cuenta con la mayor densidad de volcanes de Canarias, con más de 500 conos a cielo abierto y otros 300 cubiertos por coladas más recientes.
Aunque las cuevas y tubos volcánicos de la isla todavía tienen que ser investigados exhaustivamente, ya se han podido catalogar unos 70. Algunos de ellos son muy notables por la belleza de sus estafilitos o por su extensión, como en el caso de la cueva de Don Justo, cuyo conjunto de galerías supera los 6 kilómetros de longitud, encontrándose entre los más largos del mundo. Actualmente se encuentra cerrada para proteger un endemismo de la cueva.
La epopeya geológica de El Hierro se inició hace unos 100 millones de años, cuando el fondo del océano comenzó a abombarse debido al incontenible empuje del manto. Finalmente, la corteza acabó por romperse de un modo muy característico, agrietándose en forma de estrella de tres puntas.
Por las grietas empezó a fluir el magma que, por sucesivas erupciones y apilamientos, fue levantando el edificio insular hasta que este emergió finalmente del océano formando una imponente pirámide triangular coronada por un volcán de más de 2000 metros de altura.
Las grietas iniciales se convirtieron en conductos de emisión de lava que dieron paso a tres cordilleras dorsales sobre las que se alinean numerosos conos volcánicos. Por otro lado, al enfriarse el magma en estos conductos se solidificó en forma de gigantescas pantallas basálticas verticales, formando los característicos diques tan típicos de la arquitectura geológica herreña.
EL GRAN CATACLISMO
Pero la isla siguió creciendo debido a la actividad volcánica, concentrada principalmente en el punto de encuentro de las tres dorsales, hasta llegar a una situación crítica de peligrosa inestabilidad. Lo cierto es que hace tan sólo 50.000 años, en la pequeña isla de El Hierro se produjo uno de los fenómenos naturales más violentos y devastadores de los que se tenga noticia: un deslizamiento de proporciones gigantescas.
En unos segundos, probablemente actuando de detonante algún temblor sísmico, se rompió un gran pedazo de la isla y se precipitó por el talud marino para desparramarse luego por los fondos oceánicos. Como la herida de un colosal zarpazo, aparece el impresionante anfiteatro del valle de El Golfo.
Es difícil imaginarse un desprendimiento de más de 300 km3, un volumen correspondiente a 100 veces el del volcán ST.Helens.
Se cree que la ola de tsunami, producida por el deslizamiento de El Golfo debió superar con creces los 100 metros de altura y es más que probable que sus efectos llegasen a sentirse en las costas americanas .