El juego del ajedrez parece ser que procede de la India y que los árabes, tras la conquista de Persia, lo difundieron por Europa durante la edad media a través de Constantinopla. Consiste en una batalla entre dos ejércitos de 16 piezas cada uno, compuestos por soldados de infantería (Peones), caballos, torres, alfiles (Obispos), una reina y un rey, que se desarrolla en un tablero de 64 casillas.
Gana la batalla el ejército que consigue matar al rey contrario, y por eso toda la estrategia de la batalla se basa en tratar de defender el rey propio y atacar al rey del ejército enemigo. Para conseguir la victoria se sigue una estrategia global en la que se evalúan objetivos y tácticas a largo plazo, teniendo en cuenta el valor de las piezas, el control de las casillas y la seguridad del rey.
Cuando en el curso de una batalla el rey se encuentra muy amenazado, se procede en ocasiones a sacrificar una pieza de gran valor para obtener una ventaja posicional, que sorprende y a veces desconcierta al contrario y consigue en algunas ocasiones ganar la batalla merced a ese sacrificio.
Decía hace poco Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados, creo que con mucha razón, que hubo rescate para salvar al soldado Rato. Pero el panorama de la batalla se le ha puesto tan difícil al ejército de la gaviota, que han tenido que sacrificar al soldado Rato para tratar de salvar a su rey, o con más propiedad en este caso, a su presidente.
La detención del mejor ministro de economía de la historia de España, según Aznar, en un esperpento mediático, con los periodistas y las televisiones esperando porque habían sido previamente avisados, y con un agente de aduanas agarrándolo por el cuello para hacerlo entrar en el asiento del coche oficial, ha sido todo un espectáculo digno de telenovela.
Porque mientras Anticorrupción reclama las competencias para la investigación de los delitos de fraude, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes, los peones del Dr. Montoro se le adelantan, y montan el show mediático de la detención del autor intelectual y de hecho, de las burbujas inmobiliarias y financieras que han arruinado este país.
Y a la hora del telediario, el show continúa como no podía ser de otra manera, con la niña terrible diciendo que “…la ley es igual para todos”, “…estamos ante un asunto particular y el gobierno ni interviene ni interfiere en estos casos”, y además presumiendo de “…los extraordinarios avances en la lucha contra el fraude fiscal”. Sublime.
Entre los delitos de que se acusa a Rato no está el de cohecho, como sí es el caso de algunos, y que sin embargo siguen tan campantes y sin tener que pasar por esa “fiesta”, y el marketing de los Arriola nos presenta el hecho como una muestra de la “ejemplarizante independencia del poder judicial”. Más sublime todavía.
Cuando Felipe González era presidente y sentía amenazada su cabeza, se produjo el sacrificio de una pieza relevante como era la del gobernador del Banco de España, en un intento similar de obtener una ventaja posicional que le permitiera revertir el resultado de una batalla que se daba por perdida. Aunque si comparamos, lo de Mariano Rubio era una nimiedad insignificante comparado con lo que sabemos de Rato. ¡Y cómo será lo que aún no sabemos!
Y mientras tanto, Miguel Blesa y otros cuya enumeración no hacemos para no cansar al lector, siguen viajando, participando en cacerías, y disfrutando de lo lindo, y aquí no ha pasado nada. ¡Qué país!
En fin, veremos como acaba esta partida, porque el cronómetro nos indica que ya se está agotando el tiempo de la misma y pronto empezaremos a tener resultados.
lucianoeutimio@yahoo.es
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