Cualquiera puede hacer una raya, en muchos lugares, en la mente, en un papel, en el suelo… Pero todos los herreños y los conocedores de nuestra tradición cuatrienal saben que los largos 28 kilómetros, que distan desde La Dehesa a la Villa de Valverde, y que se corresponden con el Camino de la Virgen, está dividido en distintas “rayas” que definen, con absoluta precisión, los límites territoriales y comarcales de los pueblos a la hora de ostentar la posesión de la Virgen de Los Reyes.
Las "rayas" son esas líneas territoriales que marcan el punto de entrega de nuestra Patrona de un pueblo al otro, y esos lugares coincidentes con un punto geográfico definido en cualquier GPS o en la cartografía. Las "rayas", como límites jurisdiccionales, no son imaginarias, no se pueden poner y quitar, no se pueden rodar, y menos se pueden borrar del mapa.
La Bajada de la Virgen y su Camino tienen un punto de salida y una meta de llegada. La ermita de La Dehesa marca el inicio, y la Villa capitalina el final de una ruta de más de diecisiete horas, Entre este recorrido mariano se sitúan las "rayas", esos puntos de encuentro entre pueblos que va dividiendo la ruta. Las "rayas", y que a nadie le quepa la duda, vienen marcadas de forma natural y ancestral por una piedra, un barranquillo o un encuentro entre caminos que nuestros antepasados definieron.
Los herreños sabemos que una vez que el corso de la Virgen sale de su ermita de La Dehesa cargado por los pastores. Que en el arco de salida del templo es entregada, posteriormente, a las autoridades de la isla que la llevan a la Piedra del Regidor, un punto emblemático donde el pueblo herreño inicia la Bajada. Y que este es uno de los momentos más expresivos, dado que con él se simboliza la entrega de la Patrona a su pueblo herreño para que inicie el Camino de un Voto que data desde 1741.
Le siguen muchos momentos llenos de sentimiento y de expresión mariana, el primero el del mirador de La Gorona. A continuación, un íntimo descanso para desayunar en la Cruz de Los Humilladeros y, a partir de ese momento, se produce la primera "raya", la de Binto, donde Sabinosa cede la Virgen a El Pinar, es una raya difusa entregan y reciben donde mejor les parece ya que siempre Sabinosa y El Pinar han estado muy unidos, el fin es llegar a la Cruz de Los Reyes lo antes posible. Hoy, no lo sé, he oído que los tambores y los pitos están en pie de guerra.
A partir de esta primera "raya", la meta es la Cruz de Los Reyes como punto de encuentro entre herreños y mitad del Camino. Sin embargo, este emocionante momento se ha visto ensombrecido con ese invento de la 'venia general' que, sin querer, ha visto perjudicada las restantes siete "rayas".
Sin intenciones de levantar una polémica, a escasos días de la celebración de la Bajada de la Virgen, sí creo que debemos reflexionar sobre la necesidad de que al final, y sin pretenderlo, hayamos consentido y generado una "raya irreal", imaginaria e injustificada, que tiene más que ver con los objetivos de espectáculo mediático preparado para las televisiones, que con los del sentimiento del pueblo que se amontona.
Creo que debemos recuperar el esplendor de otras "rayas" que han sido espectaculares y tradicionales y que se han visto mermadas en brillantez por esa prefabricada 'venia general' en la Cruz de Los Reyes. Me refiero a "rayas" de mucho empaque como La Mareta, en la que queda demostrada que la tradición sigue viva más que nunca. En este emocionante punto, vemos como la dura "tea piñera" se ha mantenido intacta a la hora de conservar su "raya", y San Antón, "el macho de la Cumbre" y sus tocadores, bailarines y pueblo entregan a la Patrona y retornan a su pueblo y parroquia.
Otro ejemplo de compromiso con la pureza de la tradición como el de La Mareta, es la raya de Tejegüete, donde el pueblo de la Villa de Valverde sigue fiel a sus costumbres de más de 276 años, las mismas que inspiraron la Bajada de aquellos tiempos. A este punto, y no otro, se desplaza San Isidro en busca de la patrona herreña y ni los tiempos ni los entresijos institucionales han sido capaces de cambiar la tradición.
Quedan dos puntos importantes en este recorrido tortuoso y largo, el que que se corresponde con el tramo en el que los vecinos de la Villa de Valverde custodian a su Patrona. En concreto, me refiero a la emocionante entrega a la Corporación capitalina que se produce en la trasera del cementerio de Valverde, y su adentramiento en las calles principales del casco histórico, antes de su llegada a la a la iglesia Matriz. Esa entrada bucólica, que le da la penumbra de la noche, refuerzan más las emociones y el sentimiento, y no digamos el retumbar de tambores, pitos y chácaras que refuerzan y animan los ritmos antes de sentar a la Virgen de los Reyes en su hogar temporal, la iglesia Matriz de la Concepción.
Como dice el romancero del Baile del Santo: "Las costumbres de los viejos no deben de abandonarse", a lo que yo añadiría que, si se han abandonado o perdido deberíamos entre todos recuperarlas. Así que queda ese compromiso para todos, rescatar la brillantez de nuestras "rayas" tradicionales.
Viva la Virgen, Viva.
Publicidad