DIARIOELHIERRO.ES, Equipo de Redacción (16/10/2013. 11:37 horas)
A medianos de octubre de 2011, en plena vorágine sismo-volcánica, con la incertidumbre recorriendo toda la isla, una frase, lanzada a los medios de comunicación por el técnico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ramón Ortiz, daba un inesperado giro a la inseguridad y desasosiego que, en eso momentos, se vivía en la isla de El Hierro.
Ortiz, con su particular forma de explicar el fenómeno, decía a los periodistas que ''si el proceso eruptivo continúa su curso llegará un momento en que la lava saldrá del agua y creará una nueva isla''. ¡Una nueva isla!
Como por arte de magia, rápidamente desapareció de la mente de los herreños cualquier atisbo de preocupación para centrarse en cómo sería ese nuevo pedazo de tierra que aumentaría el tamaño de la isla más pequeña del Archipiélago canario. No faltó, incluso, quienes se atrevieron a ponerle nombre a ese nueva islita producto del volcán que rugía bajo las aguas, en esos días tumultuosa, del Mar de Las Calmas.
Y es que, tal y como publicó DIARIO EL HIERRO durante esos días, dntro de la peligrosidad que entraña la erupción de un volcán a los herreños les atraía esa teoría, cargada de un sentimiento cuasi patriótico y donde, por qué no, la isla de El Hierro podría sumar unos cuántos kilómetros cuadrados más a su corta extensión.
Pero no pudo ser. Una vez más, la Naturaleza, inexorable e impredecible, hizo lo que quiso. Y el volcán de El Hierro se quedó a unos 88 metros de la superficie. Sólo a unos metros de la creación de una nueva isla, pegada a El Hierro como un hijo a una madre. La isla se quedó bajo las serenas aguas del Mar de Las Calmas; y los herreños con las ganas de ver el nacimiento de una nueva isla que vendría a sumar unas cuantos kilómetros cuadrados más a la pequeña extensión de El Hierro, una tierra donde un día quiso nacer una nueva isla..