El Hierro ha sido desde tiempos inmemoriales una tierra sedienta, ávida del preciado líquido buscado durante siglos por sus antiguos pobladores.
Desde el mítico Garoé, el Árbol Santo de los bimbaches hasta la terrible sequía que azotó la Isla en los años 40 del siglo pasado, El Hierro se ha volcado en la búsqueda de agua, un preciado bien que el herreño valora, acaso, más que nadie.
Así, desde la famosa idea de Tadeo Casañas, un experimentado y curtido agricultor y ganadero de San Andrés, quien descubrió una manera peculiar de extraer agua a través de la condensación de la bruma, siempre presente en algunos puntos de El Hierro; muchas han sido las ideas puestas en práctica para obtener agua del cielo a través de métodos artesanos.
En esta tesitura, el Cabildo de El Hierro lleva desde hace años desarrollando un ambicioso y certero experimento que extrae el preciado líquido de una manera natural, sin contaminación alguna y con unos resultados extraordinarios.
El “captabrumas”, como su propio nombre indica, es un sistema que “atrapa” la niebla, la “exprime” y la devuelve en forma de agua potable.
El Cabildo tiene colocados estos captabrumas en algunos lugares estratégicos de la Isla, zonas donde la niebla está siempre presente y donde se extrae agua con bastante facilidad.
El Captabrumas, es un artilugio muy sencillo cuyo mecanismo es, simplemente, condensar la bruma en unas rejillas, y devolverla en forma de gotas de agua, que a su vez caen en unas canaletas y… ya ésta: agua pura y cristalina, todo un acierto en una Isla que sabe, tal vez más que ninguna, qué es padecer la pertinaz sequía.
24/7/2006 -
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