OPINIÓN - 2/6/2023
Juan Isidoro
Por José Francisco Armas
2/6/2023
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Aunque mi amigo Juan Isidoro tiene unos meses más que yo, a esta edad ya no hay diferencia. Nos conocemos desde siempre, desde que nacimos en Isora, él en el Barranco la Retrinca y yo en el Barranco de La Torre, al otro lado de una de las escuelas públicas, porque en el pueblo, por aquel entonces, había cuatro, dos de chicos y otras dos de chicas. ¡Cuánto ha llovido! Compartimos maestros y aprendimos a leer y escribir juntos, jugamos los mismos juegos y sufrimos la emigración como muchos otros, en el sentido de que nuestros padres se fueron a hacer fortuna en Venezuela y nos quedamos con los abuelos, que ambos recordamos como una verdadera dicha.   

Luchamos en el equipo juvenil del Ferinto hasta que, en una agarrada en una fiesta de La Caridad en San Andrés, tirando un desvío que tan bien ejecutaba, se partió el tobillo en ‘cerce’ y no la practicó más. Recuerdo, como si fuera ahora, oír el “clac” de los huesos al romperse y los gritos del joven luchador. En aquel tiempo se luchaba por mera afición y placer, ni seguro había, porque lo que, Juan Isidoro, con la ayuda de Don Juan Ramón “El Médico”, quien le hizo la cura sin cobrar nada, estuvo unos seis meses con la pierna en alto postrado en la cama. No recuerdo bien, pero creo que ni siquiera se le hizo una luchada a su favor, que era lo que se acostumbraba en esos casos. Pasamos nuestra juventud como todos los del pueblo, entre parrandas, bailes de cuerdas y juegos al truco.  Ya de adulto se hizo maestro pedrero, y una vez me dijo, que por sus manos habían pasado cientos de camiones de piedra. 

Juan Isidoro, en el cuartel se acercó a la izquierda por la influencia de Aurelio Ayala, pero se inclinó por la socialdemocracia y no por el socialismo real, y así, coincidimos también como afiliados del PSOE en El Hierro siendo hoy “militantes históricos”, lo que equivale a decir que no pintamos nada. Participó en todas las campañas políticas que hubo en la isla, no sé ahora. Y me contó, que, en una de tantas, a un señor con quien tenía buena relación, le fue a llevar propaganda electoral y el vecino al verlo le dijo:

- “No me traigas nada porque tengo el voto comprometido con fulanito”

Ante tal afirmación, Juan Isidoro, extrañado que tuviera relaciones con el político de turno, quien jamás lo visitaba ni estaba pendiente de él en el quehacer diario, le preguntó: 

-¿Cuál es tu compromiso con ese señor, si nunca lo he visto aquí? La respuesta fue muy sencilla. 

El vecino con cara compungida expresó:

- “Es que un día me prestó una manguera”.

Ante el resultado electoral recientemente producido en esta nuestra querida y sorprendente isla, y admitiendo que los votos se cuentan y no se explican, a veces, en nuestro humano afán de entender, hacemos esfuerzos mentales, analizamos, debatimos con el deseo de comprender por qué este o aquel candidato, con buena gestión pierde, y aparece otro que ganan con solvencia, cuya capacidad, en muchos casos, está por demostrar, o, algunos que ya hemos conocido no despega de una línea gris, casi anodina. 

Hay, desde luego, otras variables; está la campaña que se haga, los mensajes y/o bulos emitidos por los voceros, que tanto abundan (el alcalde se va y deja de alcaldesa a fulanita….  O, este es el voto de… sin que el tal “de” esté en liza), que también crean opinión, aunque sea mentirosa, y ya sabemos que detrás de un Facebook nos volvemos valientes, que con la coraza de una pantalla del móvil de última generación (eso da cierto empaque) hablamos de la familia, de los amigos, de los enemigos, del tiempo, de política, de medicina, de futbol o de derecho, en fin, de cualquier cosa, imponiendo autoridad. Incluso nos atrevemos a impartir catecismo sin haber leído las escrituras, o tal vez, solo el pasaje de Mateo 27:17 donde relata que Pilatos le pidió a la multitud si dejaba libre a Barrabás o a Jesús, y el griterío fue unánime: ¡a Barrabás! Y así mandó a azotar al Nazareno y lo condenó a la cruz, lavándose luego las manos. Desde ese momento, con aquel cobarde gesto, se salvó la humanidad de asumir responsabilidad por sus actos, solo basta una buena lavada de manos.

En ese afán de buscar algo de luz, escuchamos analistas políticos, columnistas sesudos, profesores eméritos, pero al final de todo seguirá usted sin entender por qué se vota de una manera u otra, sencillamente porque es imposible saber que piensan tantas cabezas sobre un tema tan opinable como es la contienda política, y yo en mi humilde reflexión, coincido con la sencilla e inteligente conclusión que hace mi amigo Juan Isidoro, “la gente vota por quien le presta la manguera”.

¿Qué se incrementan las pensiones un 8% mientas que el otro se opone?, ¿qué se sube el salario mínimo y el otro se opone?, ¿qué se aumentan la inversión en becas y el otro se opone?, etc. Da igual, siempre habrá quien niegue prestarnos una simple manguera. 

En esta curiosidad intelectual por entender el comportamiento humano, me pregunto qué resultado daría las mismas elecciones si visto el escrutinio se pudiera votar al día siguiente. Es decir, si el resultado que se dio en nuestra querida y sorprendente isla el día 28 de mayo, se repetiría igual, si sabiéndolos se pudiera votar el día 29. Seguramente hay estudios de la ciencia de la psicología que dan explicación de ello. Yo por mi parte rememoro un párrafo del Quijote y reflexiono en el:

-Señor-respondió Sancho-, bien veo que todo cuanto vuestra merced me ha dicho son cosas buenas, santas y provechosas, pero ¿de qué han de servir, si de ninguna me acuerdo".
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