En el marco de la Bajada de la Virgen de Los Reyes cada gesto tiene un valor simbólico y cada figura un papel esencial. Entre ellas, destacan las “camareras de la Virgen”, mujeres que custodian con devoción una de las tradiciones con mayor valor patrimonial de Canarias. Actualmente, existen tres camareras, una por cada municipio, que dedican parte de su vida a esta labor: Marianela Zamora (Valverde), Nicolasa Armas (La Frontera) y Tibiabín Padrón (El Pinar). Ellas son las encargadas de la custodia y el mantenimiento de los trajes, mantos y accesorios de la patrona y del ritual de vestirla, tanto en los templos como en sus traslados. Así, su objetivo es la organización y el buen orden de todo lo que forma parte de la imagen de la Madre Amada. MARIANELA ZAMORA, 40 AÑOS DE ALMA Y TRADICIÓN ![]() Ser camarera es un honor que pocas herreñas han vivido, y las afortunadas lo describen como un acto de amor y devoción. Así lo confirma Marianela Zamora, quien lleva 40 años dedicándose a adecentar la imagen en determinados momentos del año, pero, especialmente, con motivo de La Bajada, la tradición cuatrienal que se mantiene en El Hierro desde 1745, tras la firma del “Voto” en 1741. “Es una responsabilidad, un trabajo que requiere mucho cariño y fe”. La camarera más veterana cuenta que para vestir a la Virgen no sigue un protocolo. “No hay razón concreta -dice- para vestirla de una manera u otra”. “Es criterio de las tres, pensando en lo mejor para Ella, intercambiando colores para que no haya repeticiones. A veces llevamos dos o tres opciones y, en La Dehesa, decidimos con armonía entre todas”. Esa toma de decisiones se ha mantenido desde 1952, cuando la Cofradía de la Virgen designa a las primeras camareras. La Virgen tiene alrededor de 20 mantos y 15 trajes en su ropero. No siempre se combinan, y cada uno tiene su historia. El manto más reciente se donó el sábado 24 de mayo de este 2025, proveniente de un taller sevillano. Los criterios estéticos de los atuendos se han ido concretando con el paso del tiempo. “Me gustan los colores pastel, claros, el celeste, el beige… por su tez blanca. No me gusta cargarla de joyas. Que vaya combinada, pero con sencillez”, señala. Las variedad y acceso en el mercado a las telas especiales que conlleva la confección de este tipo de trajes también ha evolucionado. Durante el año, la Virgen cambia de vestuario coincidiendo con sus principales efemérides (6 de enero, aniversario de su llegada a la isla; 25 abril, día de Los Pastores, y 24 septiembre, día de la Virgen de Los Reyes) y durante el verano, cuando el Santuario recibe más visitas. Pero es en cada Bajada cuando el papel de las camareras cobra mayor realce. “En la Fiesta Real se le colocan los mantos más antiguos y grandes, como el azul, y cuando está en el corso, durante sus traslados, los pequeños, para aligerar el peso, al tiempo de recolocamos las prendas o el propio manto conforme avanza el Camino”, explica Marianela. En cuanto a su mantenimiento, aclara que “son difíciles de lavar. Se sacan planchados desde la Iglesia en Valverde, y, en La Dehesa, tenemos una plancha para retocarlos si hace falta”. La devoción de las personas que admiran a la Virgen de Los Reyes se refleja también en las ofrendas, desde joyas hasta mantos, o incluso, como dato curioso, un balón de fútbol o unos tacones de boda. “La gente se fija. Les gusta que se le pongan las prendas que le han regalado. Pero no hay obligatoriedad, hemos acordado que son de la Virgen, pero se usan a criterio de quienes las cuidamos”, manifiesta la camarera de Valverde. Vestir a la Virgen no es solo cuestión de estética, sino de alma, tradición, cariño y respeto. “Llevo 40 años”, confiesa con emoción. “Con la Virgen hay mucha devoción entre los herreños. A cualquier mujer le gustaría ser camarera. Es una responsabilidad que hay que asumir con cariño, compromiso y respeto. Y tener muy presente a quién estás vistiendo”, concluye. NICOLASA ARMAS, 19 AÑOS TEJIENDO EMOCIONES CON LA PATRONA ![]() Por su parte, Nicolasa Armas, camarera por La Frontera, también habla con orgullo y emoción sobre este compromiso que lleva desempeñando durante 19 años. Además, ha confeccionado numerosos trajes y mantos que hoy forman parte del vestuario de la Virgen. Este trabajo lo realiza con esmero y cariño, y cuenta con el apoyo de su familia. “A mis nietas les gusta ver los trajes y mantos que le hago y me preguntan acerca de la Virgen y mi relación con Ella”, cuenta emocionada. Como parte de una promesa personal, Nicolasa pasa cada año 15 o 20 días en el Santuario. En ese tiempo, su marido, hijos y nietos le ayudan a preparar todo lo necesario para su estancia. “Estoy muy orgullosa. Para mí, la Virgen es protectora. Los herreños sentimos algo increíble por ella”, expresa con ternura. Y lo manifiesta desde una experiencia de fe profunda, nutrida también por los testimonios que recibe de los fieles. “Muchos me han transmitido cómo ha intervenido en sus vidas”. Uno de esos testimonios quedó grabado especialmente en su memoria. Fue durante la última Bajada, en 2017, cuando una mujer de Sabinosa se presentó en su casa preguntando por una medalla de oro que su madre le había regalado de niña y que ella ofrendó más tarde a la Virgen, pero nunca la había visto portándola. Nicolasa le explicó que era muy difícil reconocer todos los accesorios que posee la patrona herreña, ya que son muchos y variados. Pasados los días, le preguntó a otra camarera si había visto esa medalla y, 15 días después, la mujer volvió a preguntarle lo mismo y le transmitió lo complicado que estaba resultando encontrarla. Lo sorprendente llegó después, en la Fiesta de Sabinosa. Nicolasa recibió un mensaje inesperado: “Muchas gracias por ponerle la medalla al Niño”. Desconcertada, respondió: “¿El Niño lleva la medalla?”. Al parecer, sin saberlo, las camareras habían colocado al Niño Jesús que porta la Virgen de Los Reyes la joya que aquella mujer buscaba. “La Virgen quiso que se la pusiéramos para cumplir el deseo de esta mujer”, concluye Nicolasa, convencida de que nada sucede por casualidad cuando de ella se trata. TIBIABÍN PADRÓN, UNA DÉCADA DE COMPROMISO Y RESPETO MÁXIMO A LA VIRGEN ![]() Por su parte, Tibiabín Padrón es la camarera por El Pinar y lleva una década dedicada a la Patrona, algo que le ofrecieron con tan solo 30 años, rompiendo con la idea de que este papel está reservado a mujeres de edad avanzada. “La gente tiene en mente que las camareras suelen ser señoras de mayor edad. Yo participaba mucho en la parroquia, daba catequesis… y me lo plantearon. Al principio no me lo podía creer, pero no lo pensé, era una oportunidad maravillosa. Un sueño, un honor, no lo puedo explicar”, confiesa. Desde entonces, ha formado parte de un equipo de tres mujeres que, como ella misma describe, funciona con armonía. “Congeniamos muy bien. Tenemos distintos puntos de vista y gustos personales, pero es verdad que nos ponemos de acuerdo y trabajamos en sintonía, porque nuestra guía es la Virgen”. Además, Tibiabín afirma que su familia la apoya, “y no me supone una carga porque lo hago con devoción, fe y voluntad, por Ella”, confiesa. Por otro lado, asegura que cada cambio de vestuario lo vive como si fuera la primera vez, con dedicación meticulosa que refleja el respeto que siente hacia la Virgen y lo que simboliza. “Para mí todos los días en los que tenemos que vestirla es como si fuera la primera vez. Siento el mismo nerviosismo y respeto. Días antes estoy pensando qué ponerle para no repetir atuendo y que sea a su vez lo más apropiado para la ocasión. Queremos que vaya lo mejor posible”. Sobre la posibilidad de que su juventud haya aportado algo nuevo a esta responsabilidad, reflexiona con humildad, afirmando que “en cierto modo sí, pero cada una tiene su estilo y su manera de ver las cosas. Creo que lo antiguo con lo moderno se compagina”. Asimismo, la camarera de El Pinar es consciente de que algún día le tocará asumir el relevo generacional: “En algún momento podría ser la camarera mayor y recibir a las nuevas. Siempre he pensado en que eso llegará, aunque espero que sea muy tarde, y siempre digo que hay que tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti”, sostiene. Sin embargo, defiende firmemente que ciertas tradiciones deben permanecer inalterables, señalando que “hay cosas que no deben cambiar porque es tradición. Tiene que ser así. Por ejemplo, en el contexto actual, la Inteligencia Artificial no podría vestir a la Virgen. Pienso que con los años se debe ser más exigente con las costumbres de antaño, debemos defenderlas para no perder el respecto, fe y devoción por la Virgen de Los Reyes. “Yo soy camarera por Ella, no por mí”, concluye Tibiabín. La labor de las camareras de la Virgen de los Reyes va mucho más allá de vestir una imagen, es un acto de fe, de entrega y de amor por una tradición que se mantiene desde el siglo XVIII y que marca el devenir de los herreños cada cuatro años, “haya o no haya urgente necesidad”. A través de sus manos, cada prenda, manto y gesto cobran un sentido que trasciende lo estético. Su trabajo, sostenido en la devoción y respeto, es un legado vivo que se mantiene con el compromiso personal de estas mujeres que representan a los fieles a la Virgen, creando una historia de continuidad y arraigo. En tiempos donde todo cambia, ellas recuerdan que hay valores que permanecen porque se sustentan con algo grande, Ella, la Virgen de Los Reyes. REPORTAJE PUBLICADO EN LA WEB DE LA BAJADA. FOTOS: GELMERT FINOL. |
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