OPINIÓN - 28/8/2025
TRAS LA BAJADA
Por José Francisco Armas
28/8/2025
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ACTUALIZADO: 28/08/2025 16:57:02
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Cumplida la Subida damos por celebrada la Bajada. Puedo decir que la celebración salió a “pedir de boca”, salvo opinión distinta que seguramente la habrá. 

Sería ingenuo pensar que los miles de personas que participaron de todos o parte de los actos coincidieran conmigo en que la organización de los distintos eventos se cumplió. 

Funcionó el plan de seguridad; las vías de acceso estaban adecentadas; el camino de la Virgen en condiciones de tránsito; los servicios médicos sanitarios actuaron con rapidez en los casos de necesidad; los actos culturales bien organizados y a la altura de las circunstancias y, sobre todo, abundó paz y concordia, cosas todas de mucho agradecer, salvo alguna curiosidad que podríamos calificar de anécdotas.

No preciso ni debo comparar esta con otras Bajadas, ni tampoco citar a nadie, si bien es cierto que, en las semanas anteriores del día señalado, crecieron ciertos comentarios reclamando dirección y liderazgo de las autoridades ante el batifondo en bares, cantinas y cafés, sobre la falta de acuerdo entre los pueblos, y la llamada a cumplir con “los usos y costumbres” y con “las tradiciones” como “casus belli”.

Ante este ambiente algo enrarecido y tenso, producto de algunos excesos propios de prebajada que funciona para animación de las tertulias, alguien asumió un papel que le correspondía a otro, que no supo o no pudo hacer, y decidió convocar a los partidos políticos para consensuar una sola voz, atemperando su explotación con interés partidista, cosa que fracasó por miopía de los participantes, pero además citó a los representantes de los grupos de bailarines y les propuso unas medidas razonables para celebrar la fiesta en armonía y urbanidad como corresponde y nos impone el fundamento.

Esa reunión, celebrada en la sede del Cabildo Insular, fue muy emotiva, escuchándose palabras bien dichas de los asistentes   pidiendo razón en las posturas, pidiendo un abrazo colectivo, y convinieron salir de allí con un compromiso y, como no puede ser de otra manera, se cumplió con la palabra dada.  Estoy seguro de que los voceros que alzaban el tono pidiendo orden y autoridad estén hoy reconociendo públicamente un trabajo bien hecho. No me cabe duda de ello. 

La debilidad humana nos lleva a que, cuando salen las cosas bien, nos subamos al carro del éxito sin tener muchos méritos o con escaso peso en lo complicado y laborioso que fue poner a la isla en orden para recibir a más de 30 mil personas según los datos publicados. 

Tal es así, que hasta en el Parlamento de Canarias se formuló una pregunta al presidente del Gobierno sobre su parecer de La Bajada herreña. La pregunta hecha y la respuesta dada no aportó nada más del interés mísero de politizar todo. No he visto que ningún diputado palmero pregunte al Sr. Clavijo por su parecer sobre la Bajada de La Palma. Por cierto, a la nuestra asistió rodeado de seis guardaespaldas, creándole, lo que se llama en el argot de esos menesteres, “burbuja de seguridad”, donde iba su excelsa figura y algunos otros. 

Seguramente, esta Bajada pasará a la historia como una más y eso es mucho, porque las que son dignas de recuerdo en la memoria colectiva son aquellas en las que las malas formas ensordecieron a la razón.

Al hilo de lo visto y vivido, y sin entrar a discutir lo que se entiende por “usos y costumbres” o “tradiciones” en el sentido de saber cuánto tiempo debe pasar para darles esa categoría, sí podemos decir que son “prácticas arraigadas en los pueblos que se oponen a los cambios”. 

Tomando esta definición, no ha sido precisamente “La Bajada” como voto, como concepto único, arraigado en el pueblo con una impronta religiosa importante, personificada en la isla, quien haya manifestado oposición a los cambios habidos en todos los órdenes en celebraciones pasadas, siendo ahora “tradición” lo que no era hace tres o cuatro bajadas. Es decir, lo que era tradición hasta la bajada de 1985, hace 40 años, hoy no lo es, por lo tanto, me pregunto: ¿dónde la tradición? ¿sería posible mantener un mínimo de tradición? Si es así, ¿sobre qué?

Pero habiendo gozado nuestra Bajada dando libertad a nuestros sentimientos, cada uno como quiso, me atrevo a poner por escrito comentarios, opiniones que iba oyendo a lo largo del camino, por ejemplo:

1. ¿Se debe volver al mes de mayo como mes de la Bajada?
2. ¿Por qué el pueblo que recoge la imagen no va directamente a la iglesia donde esperan personas, sobre todo mayores, para verla, rezar, pedir o implorar ayuda, y en cambio se llega de noche o casi a medianoche?
3. Porque los descansos (no eran tales en la de 1985) son tan largos y seguidos en tramos de espacio realmente cortos. ¿Religión o bizcochón?
4. ¿Cuál es el número de parejas de bailarines apropiadas, 25, 40, 120 o las que haya? 
5.- ¿Cuál es el número apropiado de tambores para una procesión, 20, 28 o 51, por poner números, o será más razonable una cantidad menor (10/15, por ejemplo) y que se vayan turnando los tocadores?
6.- Igual sucede con los tocadores de pito.
7.- ¿Cuándo se perdió la tradición de que cada uno/a hace su gorro con las prendas y adornos que considere? O, mejor dicho, ¿cuándo llegó la tradición de hacer gorros industriales?

A la vera de esta pregunta, me contó un amigo (que vive en Tenerife como tantos) que su nieta de 10 años se “hizo bailarina”, y viene a Frontera porque a su abuela le tocó la casa de las mudadas, pero que en realidad es de Isora, por lo que la joven planteó diseñar un gorro con la mitad de cada pueblo. Curiosa reflexión. Cuántas veces los niños tienen razón y no los escuchamos.  

8.- Una reflexión muy interesante que le oí a un bailarín mayor (90 años), que apoyado en su bastón se mantenía en la raya para recibir a La Virgen.

¿Cuántas Bajadas bailó usted? —le preguntó un joven. 
Muchas, pero “yo fui bailarín de la Virgen, no de grupo folclórico”. Supongo que esto es para nota.

9.- ¿El invento moderno de la venia general es verdaderamente general? Solo hubo cuatro banderas, Frontera, El Norte, San Andrés e Isora, faltaron Valverde y Sabinosa. ¿No necesita esto darle una pensada?

El tiempo es otro, la cantidad de gente que asiste era impensable en otras épocas, las empresas de transporte amplían su oferta, los medios de comunicación tienen mucha presencia, las medidas a tomar, los trámites administrativos a veces estúpidos que las autoridades están obligadas a cumplir, la adaptación a la época que nos ha tocado vivir produce, sin lugar a duda, cambios, porque, como dice un amigo que sabe de esto, “la Bajada es una celebración viva”, lo complicado será poner en orden lo nuevo y lo viejo con mesura y buen juicio.

Si no se reflexiona sobre lo que hemos hecho en defensa de las tradiciones de marcada y profunda religiosidad, estamos a un telediario de caer en una bajada folclórica o en otro tipo de fiesta. Sería bueno, en fin: ¿el fuero o el huevo? He ahí la cuestión.

Lo que pasará seguramente es que, en la próxima, en el 2029, nos seguiremos haciendo las mismas preguntas, pero con menor fuerza o proyección, hasta que languidezcan en la inmensidad del tiempo y entonces se publicarán libros de cómo fue en un tiempo anterior la Bajada de la Virgen de Los Reyes, igual que lo hacemos hoy sobre bajadas pretéritas y que son de agradecer.
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