Si digo que es nieto de Juan Barbuzano Morales y de Maura Lima Febles, e hijo de Jaime Barbuzano Lima y de María Josefina Prata Arteaga, y pregunto de qué pago de la isla de El Hierro es su procedencia, seguramente concluiremos que podría ser de Azofa por equiparar su apellido con el Barbuzano luchador, campeón de campeones, y así es.

Hablo de Juan Carlos Barbuzano Prata, nacido en Venezuela en 1988, como tantos otros hijos de la diáspora, que se formó en la universidad de Santa María de Caracas como comunicador social en mención audiovisual, quien ha sido distinguido el pasado 20 de julio con el premio “Emmy” otorgado por la Academia de Artes y Ciencias de la televisión estadounidense en reconocimiento a su excelencia de programación televisiva por su trabajo “Desfile Campeones Denver Nuggets”. Además, en el mes de abril, ya se le había reconocido con el premio “Awars of Excelence” entregado por la Colorado Broadcaster Association por el programa “Mas allá de la Tormenta”.

Era conocido el trabajo serio de Barbuzano en varias emisoras televisivas venezolanas, motivo por el cual fue apoyado por el Ministerio de Trabajo en Inmigración de España en el año 2009 como productor de un audiovisual titulado “De Costa a Costa” quien presentó con gran éxito en el Hogar canario Venezolano donde relató con alto valor humano y rigor histórico la realidad socioeconómica de las caras de la emigración  española de posguerra en su llegada a Venezuela.

Como ven, Juan Carlos tiene sangre herreña por su ascendencia, y entre San Andrés e Isora están sus raíces. Recuerdo a su abuela Maura y a su abuelo Andrés y como no, a su padre Jaime, amigo y compañero y conozco a su madre Josefina. A su bisabuelo, Antonio Lima, lo veo a pesar del tiempo, embutido en una manta blanca, sentado en el mentidero de la Torre, a la vera de la tienda de Toribio Barbuzano, hermano de su abuelo Juan. Del viejo Lima se sabe que en su juventud emigró a Cuba y caminó por casi todos los países de Centro América. Se comenta en Isora, que trajo una cantidad importante de onzas de oro que guardó toda la vida y que iba cambiando las monedas según sus necesidades, lo cierto es, que nunca trabajó y sus tertulias y cuentos se recuerdan con cariño en el pueblo. De don Eleuterio, el otro bisabuelo, lo recuerdo  muy poco, pero uno de sus nietos, Ángel Martín Delgado Barbuzano, con quien trabé amistad, hoy fallecido, lo definía como “… un hombre de respeto”. 

Hago este reconocimiento humilde a Juan Carlos, porque también a él le tocó salir de su país, Venezuela, igual que sus abuelos emigraron huyendo de una isla seca que negaba pan y agua a sus habitantes y pareciera que los canarios, hemos nacido con una estrella  como sello de identidad, posiblemente porque el mar a eso nos invita, a descubrir otros lugares, a transitar como ciudadanos del mundo y lo hacemos, porque como decía el premio nobel José Saramago “nos movemos porque no somos árboles”. 

También es cierto que allí donde vamos dejamos impronta, y la huella isleña está impresa desde San Antonio de Texas hasta cualquier rincón de Latinoamérica, y el buen nombre y quehaceres de las canarias y de los canarios se recuerdan con gratitud histórica. 

Por eso, como herreño, este destacado reconocimiento de la Academia de las Artes y las Ciencias de la televisión americana a Juan Carlos Barbuzano es colocar otro nombre, diría yo “otro Barbuzano más” en la historia grande de esta nuestra querida isla herreña.