Impotencia, tristeza, ira, rabia, coraje, descontento, son alguno adjetivos, entre otros de mayor calado, con que podría describirse el amanecer en Venezuela hoy día 29 de julio bajo el grajeo de las guacamayas que surcan el cielo caraqueño. ¿Y ahora qué?, se preguntan millones de venezolanos y venezolanas que miran más a Marí Corina Machado que al candidato Edmundo González ¿Cuál es el plan B? porque, aunque se tenía casi la certeza de que las elecciones las ganaría la oposición, por que es imposible que el que pasa hambre, sed y oscuridad le voten a sus verdugos, también se sabia que el régimen instalado en todas las áreas de poder con personas sin escrúpulos, harían lo posible por no reconocer la derrota.

Hoy, Caracas amaneció de luto. Las calles vacías, los paisanos noqueados, que contrasta con la alegría del día de ayer donde con toda civilidad acudieron a votar y a festejar un cambio irreversible. Solo con observar las caras de los que hacían las colas por fuera de las mesas de votación, se les notaba en su ojos el sentido del voto: ¡por la libertad, por la libertad!, expresaban sin tapujos antes unos cuerpos de seguridad que miraban perplejos sabiendo que allí, en aquella cola estaría posiblemente su padre, su madre ,su hermano o su esposa votando a la oposición, porque tiene hambre. 

“Sabíamos que esto iba a pasar”, me dijo esta mañana una señora en una panadería tomando un rico café, “pero es el proceso, ahora empieza el proceso, diecisiete días nos costó de lucha para desalojar a Pérez Jimenes, y esto será igual. Claro, aquí tiene el ejército y la guardia, pero disparar a los que piden pan es muy duro”, afirmaba.  Otra señora, que apuraba unas monedas para comprar un pan sobado comentaba “no queda otra que emigrar, irnos a donde sea”, comentó con voz entrecortada secándose las lágrimas. “Ya no aguanto más y a donde voy a ir a mi edad” se preguntaba.  Cuando la miré con cara desencajada, levantó sus ojos y con una sonrisa dulce me dijo: “este será mi almuerzo y mi cena”.

Venezuela es un drama humano, mire por donde se mire. Ahora en Venezuela, la discusión no es izquierdas o derechas. Oigo analistas españoles, sudamericanos y venezolanos con no sé cuántas teorías e impertinencias hablar de que “viene la derecha y hay que evitarlo”, como si lo que gobierna en Venezuela durante 25 años, fuera la izquierda (flaco favor le hacen a los partidos socialdemócratas). 

No señores, no se vota  a la izquierda o a la derecha , se vota si como o no como , si  tengo agua en mi casa o paso sed, si tengo luz o vivo a oscuras, se vota si vivo o muero yendo a un hospital público, se vota por una esperanza,  se vota porque vuela la ilusión de aquella Venezuela bonita , añorada, de una clase media potente y amplia, por la Venezuela del abrazo sincero y amable.

 No señores analistas, se confunden con sus opiniones simplistas y fanatizadas, veo a adecos de siempre (el adeco nunca muere), a antiguos militantes de partidos de izquierdas, a personas que abrazaron el chavismo en sus inicios, veo socialcristianos,  unidos todos en contra de una gobierno que persigue y mata. No vale izquierdas o derechas en Venezuela en este momento. Aquí solo hay amor y odio.

La movilización electoral, los cánticos de alegría del pueblo en el día de ayer hasta altas horas de la madrugada, de esa venezolano o venezolana que dejó la cola para poner gasolina por la cola de la mesa electoral, es el pueblo del abrazo republicano, de la armonía sincera, del amor fraterno, de la familia, por eso se vota en Venezuela en estos momentos.

La situación se presenta muy difícil y complicada. Dejar esto en manos del bravo pueblo parece un peso demasiado arrecho. Hoy la oposición haciendo un llamado a la paz y a la concordia pide desesperadamente contar las actas. A esa demanda también se unen muchos otros países de la región, Estados Unidos y España. Me alegra ver la noticia. Me alegra leer la contundencia con que se exige contar uno a uno los votos, cosa por otro lado no debe sorprender a nadie porque los votos se cuentan. ¿Qué pasará mañana? Es una incógnita. Lo cierto es que el pueblo está dispuesto a salir a la calle a defender el voto.